domingo, 12 de julio de 2009

Gotelé

El otro día, mirando la pared aburrida en la cama y sin querer levantarme, descubrí una cosa. Me acerqué más, y más, y ahí estaba: una mujer preciosa con nariz de gato. Me pregunté, si el hombre del gotelé se habría dedicado a hacer esa preciosa cara a propósito, porque era un artista frustrado, o era una casualidad de la disposición del gotelé. No podía ser. Cuando me puse a observar más, vi también a una vieja enfadada y un perro caniche. Pero cuando quise volver a conteplar la preciosa mujer-gato ya no estaba! La busque minuciosamente por todos los trocitos de pared con formas gotelé, pero nada. Encontré un hombre mayor fumando, una jirafa, una anciana con gafas, y un gato, y un jovencito arrogante, un grupo de mujeres que reían y justo abajo un grupo de rostros de hombres que reían. Una de las mujeres miraba abajo.. Encontre tantas cosas! Pero la preciosa mujer gato fue imposible de volver a encontrar, camuflada entre los minúsculos pedacitos de gotelé...
El hombre del gotelé tuvo que tardar años en construir esta obra de arte, que nadie aún ha reconocido...

4 comentarios:

José Luis (Bler) dijo...

Nadie excepto tu...

yo recuerdo cuando niño, mi cuarto de baño estaba tan mal pintado que el piso estaba cubierto con gotas de pinturas nuevas y añejas, me divertía de lo lindo buscando figuras en las pequeñas manchas. era muy bello

Besos
bler

Ladrón de mandarinas dijo...

Yo siempre veo caras, rostros anónimos esperando a que alguien les ponga nombre antes de desaparecer entre el relieve de las paredes de una habitación, la calle o nuestra imaginación.

Leyla dijo...

El mundo está lleno de pintores de brocha gorda que pintan sobre paredes las caricaturas de sus sueños, y de artistas que proyectan su imaginación sobre ellas. Sin embargo, si alguno de ellos osase alguna vez a contárselo abiertamente al mundo... Le tomarían por raro.

Leyla dijo...

El mundo está lleno de pintores de brocha gorda que pintan sobre paredes las caricaturas de sus sueños, y de artistas que proyectan su imaginación sobre ellas. Sin embargo, si alguno de ellos osase alguna vez a contárselo abiertamente al mundo... Le tomarían por raro.

Los que decidieron pararse un ratito indefinido