domingo, 12 de julio de 2009

Gotelé

El otro día, mirando la pared aburrida en la cama y sin querer levantarme, descubrí una cosa. Me acerqué más, y más, y ahí estaba: una mujer preciosa con nariz de gato. Me pregunté, si el hombre del gotelé se habría dedicado a hacer esa preciosa cara a propósito, porque era un artista frustrado, o era una casualidad de la disposición del gotelé. No podía ser. Cuando me puse a observar más, vi también a una vieja enfadada y un perro caniche. Pero cuando quise volver a conteplar la preciosa mujer-gato ya no estaba! La busque minuciosamente por todos los trocitos de pared con formas gotelé, pero nada. Encontré un hombre mayor fumando, una jirafa, una anciana con gafas, y un gato, y un jovencito arrogante, un grupo de mujeres que reían y justo abajo un grupo de rostros de hombres que reían. Una de las mujeres miraba abajo.. Encontre tantas cosas! Pero la preciosa mujer gato fue imposible de volver a encontrar, camuflada entre los minúsculos pedacitos de gotelé...
El hombre del gotelé tuvo que tardar años en construir esta obra de arte, que nadie aún ha reconocido...

jueves, 2 de julio de 2009

El cementerio de diversión

El aire ondeaba su falda. Gris y rosa. Azul y malva. El pelo jugaba con los vientos.
Cogi la bici y empezé a pedalear con cuidado por la fractura de su estructura. La bici rota, roja, antigua. Con su cesta rosa, una bici de niño, de las que es difícil subirse con falda gris y rosa. Tenía rotos los frenos y un poco el engranaje. Pero era la bici más bonita del mundo.
Tras una pequeña gota de agua llegaron otras muchas más después.
Até la bici roja a los barrotes del puente y bajé a la orilla del río, donde el bar "Los visionarios" despertaba una tarde de miércoles con olor a primavera mojada y sueños de verano. Cuando las gotas de lluvia dejaron de hacer surcos en el agua del río, cogí la bici de nuevo y añadí dos ángeles para acompañarme y seguí pedaleando sin rumbo. El no rumbo me llevó a Treptower Park.
Entre la espesura de uno de los enormes parques de la ciudad, en el corazón de su amplitud, conseguí descubrir algo que había pasado desapercibido hasta entonces: por encima de unas vallas metálicas y árboles centenarios, ví un dinosaurio. Imaginaros cómo es encontrarse de repente un dinosaurio. seguí pedaleando sin mirar más para alante sino a mi derecha, por encima de la valla y los árboles, hasta donde mi vista alcanzara. Pues más tarde ví una noria. Y luego enanos y colores y casitas amarillas y rojas y... un cartel de "prohibido el paso". A pesar de no estar preparada para una expedición até la bici y salté la valla.
Para llegar a la noria, que era lo único que podía atisbar entre la espesura de árboles y matorrales, aún me quedaba atravesar mucho bosque salvaje dejado al abandono al menos algunas décadas atrás. Me picaron tres ortigas, en las manos y piernas, y también cuatro mosquitos-tigre. La pierna se me hinchó de alergia a ese bicho animalesco, picaduras del tamaño de un limón crecieron y mi sangre se concentró en los tres nuevos limones de la piel. Pero seguí intrigada e incluso se me olvidó por un rato.
Cuando empezé a acercarme descubrí donde estaba: un parque de atracciones fantasma. Tenía estilo oriental mezclado con clásico. Una estructura fantasma de madera con un reloj parado eternamente en las doce y cuarto era la entrada a aquel lugar. Tuve un flash back: me sentí Chijiro en el viaje hacia la fantasía de Miyazaki, e intenté no perder mi nombre. No os podéis hacer una idea la similitud de ese portal de madera con la película. Empecé a ver cerdos y dibujos manga. Pero luego abrí los ojos y seguí caminando.
Había una carpa de circo con arena revuelta cerrada con cristales rotos. Una casa del terror. Un tren descarrilado. Había casas de colores con letreros como "__cadilli Cir_us" o máquinas de nubes de azúcar tristes y solas, sin niños en la cola del dulce rosa.
La naturaleza se había ido apropiando del lugar. Era hermoso ver como de repente un árbol estaba sentado en uno de los vagones de la montaña rusa, y flores rosas abrazaban el barco pirata, que nadaba en aguas pantanosas verdes, tan opacas que las piedras y los seres vivientes flotaban en la superficie. Casi andaban, más bien.
La noria roja estaba inclinada y el sol del atardecer se escondía sin éxito por atrás. La vista era de ensueño.
Las cabinas del dinero estaban tiradas por las calles, las taquillas, sillas colocadas siniestramente en lugares escondidos, y las puertas de las casitas cerradas y las ventanas rotas. Llegué entonces al cementerio de dinosaurios de plástico. El tiranosaurio tenía una pierna rota y se había caído de boca. Al brontosaurio le faltaba la cabeza y en su lugar tenía un agujero que se había adueñado una araña tejiendo una preciosa red blanca. El carril de la montaña rusa estaba roto a bocados, como si en otros tiempos aquellos dinosaurios hubieran podido hacerlo. El parque se extendía de repente en una gran superficie. A lo lejos veía más trozos de lo que fue la montaña rusa del aire, y los raíles del tren colorido se perdían entre la naturaleza hacía cualquier parte. Había una boca gigante con sombrero que sería uno de los sillones de las atracciones. Y un cisne con sillas que nadaba en el agua verde. Pájaros de colores volaban y chirriaban por allí, como si se tratara del amazonas. Entre el suelo de piedra y cemento las plantas habían abierto brechas por las que brotaban flores y vida....De repente había abandonado el sentido de tiempo y lugar y me encontraba tan cerca de la ciudad pero a la vez tan lejos, en una nada preciosa, con colores vivamente únicos, que acariciaban los últimos rallos del sol anaranjado, recubriendo todo de polvo dorado.... Llegué a dudar si soñaba.
Entre aquellos delirios de fantasía me tropecé con un tornillo en el suelo que hubiera sujetado alguna estructura al cemento. Sólo sentí el golpe y empecé a ver mucha sangre: no, no estaba soñando. Si quería una prueba la tenía bien clara. Tras algunos pañuelos bañados de rojo empecé a querer irme. Pero no me resultaba muy buena idea saltar otra vez la misma valla alta con el pie lesionado.
Anduve por los bordes intentando encontrar una mejor salida, pero cuanto más andaba más me sentía perdida y desesperada.
Entre la nada de repente salió una chica: "Hier ist toll, oder?" Si, es fantástico aquí. Vestía azul y sonreía mucho. Chapurreé alemán y le pregunté por donde había entrado porque yo quería salir. Me faltó decirlo para que una tercera persona se acercara a nosotras: el guardia venía con mucha intención de acompañarme a la salida. La chica, graciosa y loca, empezó a preguntarle cosas del parque a lo guía turístico mientras que el guardia despotricaba...
Reímos mucho al salir e intercambiamos algunos datos de vida.
- "Es como un cementerio de diversión, verdad? Es como una metafora de que todo lo que es diversión morirá abandonado y la naturaleza se lo comerá.....
Ella siguió por un camino con su bici azul y yo fui a por mi bici roja.
En el paseo hacia ella me encontré con la despedida del sol sobre el agua en colores rosas...
Nunca se sabe la de cosas que pueden suceder cuando se sale a pedalear sin rumbo......
Sonreí, para muchas horas, hasta que me dormí.





Los que decidieron pararse un ratito indefinido