miércoles, 27 de mayo de 2009

Calcetines de colores

Digamos que nunca me pongo dos calcetines del mismo color y me gustan las películas de risa. También esas que no entiendo, para después hablar de cosas que no entiendo. No entender el mundo está más de moda y es más facil que entenderlo. Me pinto las uñas una vez al més y las conchas rojizas dan color al blanco de mi palidez frente al mundo, esa palidez de verguenza de desgana, y de locura. Pero sobretodo de los globulos blancos o meloninos no muy morenos de miel, algo así decía la vida es así en erase una vez el hombre. Busco nueva ropa y nuevos libros para dejar atrás los antiguos. Y busco ropa y libros antiguos porque me aburro de los nuevos. Peso medio gramo más de la cuenta si la cuenta siempre la pago yo y mido cuatro pulgadas menos de lo obligatorio en las reglas de lo que no se es o sí.
Llevo gafas grandes para esconder mis ojeras y ojeras grandes para esconder mi sonrisa, y sonrisa grande para esconder mis gafas.
Pienso ciento y cuatro mega-imagénes por segundo y me quedo en la ducha mucho más rato del necesario para que se escurra el jabón de mi piel olor a mandarina o coco. Me descamo por desidratación incuidadosa ciudadana y suelo vivir un minuto más por delante, una hora más por detrás, y cuatro estímulos estimados por cada circunstancia aflojada.
Me reparto las partituras de las canciones que no tarareo en desayunos de notas para adentro. Pinto las esquinas de las libretas y doblo las esquinas de las calles con la inseguridad -en mi corazón ilusión en mi mente miedo en mi alma esperanza- de ver a un monstruito o un unicornio cruzándose conmigo, pero nunca aparece. También doblo las esquinas de las hojas de los libros que si que tienen monstruitos y unicornios, aunque sé que está mal, porque por las noches se escapan sus bostezos por las esquinas de los libros que dejo. Bebo el zumo del envase y lavo la ropa sin separar el blanco de los colores, bebo el café con tanta azucar que es azucar con café y tan quemando que siempre me quemo, y todo, todo esto me encanta.
Y todo esto para qué?
Igual tiene tan poco sentido que ni asentado se siente el sustento de su entendimiento.
Calcetines de colores esparramados por mi habitación.
Hoy llevo dos amarillos. Creo que hacía años que no.

martes, 5 de mayo de 2009

No sé tomar decisiones






No sé tomar decisiones.
En mi pobre cabezita se encierran las decisiones gordas (y las pequeñas también) y rebolotean junto a los "quiero hacer esto", los "esto también me gustaría", los "debo hacer esto", las "podría hacerlo así", las siempre a ultima hora reapareciendo "y sí" y los jodidos "pero", que acaban todos derritiendose en un "también debería tener en cuenta queeee..."
Mientras, los piojos "Presión social", "Padres y sus problemas", "Responsabilidad" y "Otros tipos de responsabilidad" me repican por el cabello y me chupan la sangre y las ideas.
Si, cuando tengo una decisión, por pequeña que sea, yo me vuelvo aún más pequeña, me vuelvo una niña chica y el mundo se me hace grande.... y mi cabezota máaas grande todavía.

Por eso tengo un dado de las decisiones que me ayuda, y si no alguien siempre a quien pasar la decisión como quien no quiere la cosa. También por eso a veces la vida me come sin darme cuenta y a veces acabo en un callejón sin salida , el callejón: estoy aqui porque no he querido decidir y me dejo arrastrar por la corriente. Que tampoco es malo a veces.... siempre que la corriente no lleve mucha presión.

(Disculpas y disculpos (sin culpas ni culpos) por el boceto, no es gran cosa, sólo uno más de los autoretratos que hago para reirme de como cosas pequeñas llegan a superarme. Este es de la Moleskine que terminé más de hace un añito mas o menos....)

Los que decidieron pararse un ratito indefinido